PREGÓN ÍNTIMO A MARÍA SANTÍSIMA DEL AMOR
¡Ya todo está dicho!, porque a partir de
este momento en que todos salgamos por las puertas de este Templo, esperaremos
para sentir todas esas emociones que cada uno de nosotros deseamos, porque así
lo quiere Cristo y también su Madre.
¡Su Madre…, nuestra Madre… mi Madre! Ahora sí, en estos instantes empieza mi Pregón y el tuyo. ¡Ahora que no nos escucha nadie! ¡Tú y yo, Madre! Porque el mejor Pregón es el que yo te ofrezco con una mirada llena de esperanza ilusionada, en forma de oración. El mejor Pregón es el que se da cuando se tiene el alma llena de amor y el recuerdo inundado de momentos que no se pueden describir con poemas ni con versos, y soñar con su rostro, “pa” cuando llegue el momento.
(…)Soñar con tu cara, como captura eterna y perderme en tu mirada, a buen seguro serena.
En tus perfiles de nácar y en tu boquita entreabierta. En el negro de tus cejas
y en el semblante que hace… ¡que hace que seas toda perfecta!
Qué bien resonó tu nombre, en los labios del
Señor, cuando resumió las leyes, las que Moisés proclamó, en un solo
mandamiento, que vivamos en Amor.
¡Otra Madre, por Dios…,
otra Eva!, otra mujer que sacará de su costilla. Que nos vuelva “locos” de Amor
y de su Hijo se sienta cerquita.
Que lo acompañe en su
Pasión y logre sacarle una sonrisa. ¡Dios también se recrea con el modelo en el
que sueña! y al séptimo descansar, habiendo creado a otra guapa nazarena.
Pura y Limpia, desde luego, con un
poquito de pena, “pá” que el hombre que sufre se sienta cerquita de
Ella. Otro tanto de sonrisa e inocencia. Y mucha Luz, mucha Luz que irradien
sus manos y su cara, que ilumine los senderos y caminos de todo aquel que
pecara.
Por Amor me iré contigo, -ya sabes que soy mariano-, cuando empieces
a caminar, con mi gente de la mano, la que hoy es mi Hermandad. Por amor iremos
contigo, no tardes, ni te hagas de rogar.
Por Amor llenaré mi vida de esa manera
especial, que tenemos en mi casa de quererte y de rezar. En Septiembre eres
Pastora, mediadora universal. En primavera es la Estrella, mi devoción más especial
y el resto del año, Amor, me iré contigo, hasta me hagas un sitio y nos
conozcamos de verdad.
Por amor la aureola y la blancura de la saya
y el incienso que perfuma con su nube de plegaria y anuncie que ya está cerca
la sobriedad de tu andar.
Por Amor y por ti, resucita Cristo; pues
tan solo por amor, envió Dios a su Hijo, a este mundo de rencor. Serás la joya
más pura que guarde Jaén entera, primor de las dolorosas que sin llorar no
escondes tu pena, sabedora del destino de tu Hijo en esta tierra.
Por Amor, tranquilo quedará el certero
maestro, cuando suelte sus gubias y sienta estremecer su cuerpo, por convertir
la madera en un pedazo de cielo. Jamás tendremos sus hijos, maestro con qué
pagar, el regalo que prometiste a esta mi Ciudad. Que tu nombre quede siempre unido
al de esta Hermandad y te recuerde la historia, Antonio José Martínez
Rodríguez, un “artistazo” imaginero, sin igual.
Por Amor ya lo siento, con rezar la Salve sueño, pero sin
contemplar tu mirada, aunque sea por un momento, no me concentro, estoy
envuelto en una atmósfera que me hipnotiza el pensamiento. Si en tus ojos no me
miro. Sin Tú Amor, no soy yo mismo. Para qué quiero más grandeza ni riqueza en
mi camino, sin tu mirada, Amor, se alza negro mi destino.
Sueño
con esa Salve y no sé el modo. No sé cómo rendirme y poner a tus plantas
tanta vida como corre por mi sangre agradecida. Sentir Tú barrio, mi barrio,
soñando cada esquina con el inmenso gozo de tu venida.
¡Quiero
rezarte una Salve! Y deseo encontrarte, en el origen de mi gozo,
en la madre a la que dirijo mis piropos, te encuentro en el aire que lleva tu
nombre: ¡Amor! en las calles, en cada placita, en la cuna de mi ser, barrio
de la Alcantarilla.
¡Quiero rezarte una Salve! y
no se me ocurre; tan solo susurros de plegarias, para que se conviertan en
esperanza todos mis deseos.
Cuando te paseemos por el
barrio, mi gente rogará que los bendigas con ese Amor de Madre, con el que
siempre te prodigas, cada vez que en procesión, te celebre tu Cofradía.
¡Darás a mi barrio ilusión
al revirar en cada esquina!
¡Te acordarás, Amor!
de aquella madre desgajada, de ese joven que no quiere más heroína, de aquel
anciano y aquel enfermo, que también sueñan con el día. Aquel al que el paro no
perdona, aquel al que todos marginan y aquel al que la cuña del hambre le puso
una corona de espinas. Aquella esposa maltratada que te sueña a escondidas tan
dolida, aquella joven que en silencio te contará su más íntima herida. Que
todos los que se acerquen a ti, encontrarán a sus miserias, la salida.
Por eso, Madre y Señora,
¿Qué sería de tú barrio? ¿Qué haríamos sin tu consuelo? ¡Qué sería de Jaén, sin
tu carita bendita!
No tardes, Señora…, no
tardes, María, que tú hermandad te espera y añora los días. Recrearnos en tu imagen,
gozar de tu mirada y disfrutar de tu hermosura, es lo que más ansía.
¡Y pensará Dios!, después de haber
creado una Cofradía, de gente joven, honesta y sencilla. ¡Qué mejor casa para
mi Madre, que el Barrio de la Alcantarilla!
¡”Pa” que la mezan y la bailen por la calle, que vea su Luz primera, que
alegre su cara incierta, en esquinas y plazas, en cada primavera!
¡Y vio Dios que esto era bueno!
¡Sonó en las alturas su
voz a sincera!
Y vio Dios que era tan bueno, lo que enviaba a la tierra; el remate de su Creación, su obra de mujer nueva... ¡Que hasta puso inicio al descanso, cumplida su mejor promesa!
Cuando tronando su voz,
como UN… ¡HÉ DICHO, AHÍ SE QUEDA!..., se oyó por el Universo (...)
¡Que baje hasta la calle
Los Peñas, esa Guapa Nazarena!
¡Que sea todo un clamor!
¡Mi prodigio de Mujer y de
Madre buena!
¡Hágase
con todo su primor!
¡Recibidla
con fe y con devoción!
¡Hágase
la que es Mi MADRE!
¡¡
HÁGASE…, MARÍA SANTÍSIMA DEL AMOR!!
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